Y como todo viaje tiene su principio también tiene su fin, el nuestro hoy 18 de abril, llegó a su final. Pero antes tuvimos tiempo de dar el último paseo por la Plaza del Duomo de Pisa y hacernos las últimas fotos haciendo tonterías con la torre.
Cogimos el autobús para el aeropuerto, por 1,10 €. Que bien nos podíamos haber ahorrado el billete, pues iba tan lleno que ni nos lo miraron. Nos dimos cuenta que había una pedazo de avispa en el cristal, y una señora con total tranquilidad sacó un clinex y la aplastó. Nos miró y nos sonrió.
Ya en el aeropuerto comimos algo, unos bollos con una coca cola, pues no habíamos desayunado, solo tomamos un café asqueroso en la máquina del hotel. Y tras el refrigerio, salimos a la calle, donde nos sentamos al sol, que hacía un día buenísmo. Hoy por cierto, estábamos ya de lujo, con muchos mocos, pero bien. ojalá hubiera empezado hoy el viaje.
Y al rato a hacer cola, después de haber comprobado el peso de las maletas. Los dos nos pasábamos, pero no llegábamos a 11 kilos, por lo que la chica del stand de Ryanair nos dijo "va bene". Pasamos el control y a "hacer cola" para embarcar. Aquello era horrible. No se sabía donde estaba la cola, pues se entremezclaban las personas que iban para Santander y las que iban para Valencia. Al final nos colamos y cogimos buen sitio en el avión.
Para volver había mejores vistas desde la ventanilla, pues para venir estaba nublado. impresiona ver la torre de Pisa tan pequeñita desde el avión. Pero lo que de verdad es impresionante es ver tu tierra a vista de pájaro. Sí, Italia es muy bonita, ¡pero Cantabria es Cantabria!
También hubo tiempo durante el vuelo para comerme una lasaña. Era el plato del día. Le pregunté a la azafata que cuánto costaba. Me dijo que siete euros, pero que era muy grande, que estaba muy bien. No estaba mal, pero de grande no tenía nada.
Nos venía a buscar la madre de Nadia. Vimos que se acercaba despacio pero cuando estaba ya a nuestra altura siguió de frente. no nos vio. Con las pintas de turistas que teníamos no nos reconoció, nos dijo... jeje.
Y así fue lo que vivimos esta semana de vacaciones en Italia. A pesar de haber estado malitos, ha merecido y mucho la pena. Me ha encantado. Todo. Sobre todo Venecia, que es de película. De lo que me arrepiento es de no haber montado en góndola, aunque el paseo en vaporetto por todo el Gran Canal estaba muy bien, siempre me quedará esa espinita. Así tenemos excusa para volver.
grande amichi! una pena esos catarros que siempre os acompañan,sobre todo a nadia la pobre siempre esta malita jaja,tiene que dejar ese alpiste para pajaros y desayunar unos wenos huevos con torreznos(como dicen las abuelas)
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