miércoles, 7 de agosto de 2013

Adiós a un héroe de cuatro patas

Fallece el perro 'Ajax' de la Guardia Civil, que recibió una medalla al final de su vida por evitar una matanza de ETA en 2009 al detectar una bomba en un coche en Palma de Mallorca

El 30 de julio de 2009 ETA hizo saltar por los aires un coche patrulla de la Guardia Civil en Palmanova, en el municipio mallorquín de Calvià. Los agentes Carlos Sáenz y Diego Salva murieron al estallar la bomba lapa adosada a su vehículo. Gracias a 'Ajax' y su dueño no hubo más víctimas. El pastor alemán, que recibió el mayor reconocimiento al mérito y la valentía en los animales, falleció ayer en Antequera a los trece años, donde disfrutaba de su jubilación junto a su instructor, el sargento de la Guardia Civil Juan Carlos Alabarces. 'Ajax' no podrá recoger la que sería su última mención, la que 'La Sociedad Canina de la Costa del Sol' le iba a otorgar. Depués de que su dueño le notara «un poco tristón», le llevó al veterinario, donde le detectarón una infección en el hígado que ha acabado con él. Al viejo can le pesaban las caderas, según contaba Alabarces, su alter ego humano. En 2009 era uno de los mejores del país a la hora de detectar artefactos. Había comenzado a entrenar en 2004, cuando solo era un cachorro sociable al que le encantaba jugar con la gente y buscar el cariño de sus cuidadores.
Formó parte de los voluntarios de Detección de Explosivos que dieron un paso al frente para rastrear la zona en busca de otras bombas. El perro y su guía, estaban destinados en el servicio de protección del Rey en la isla. Cuando llegó el momento de la verdad y olió el rastro de la bomba, se acercó a un Nissan Patrol blanco y se quedó quieto, como si en lugar de pelo y carne estuviera hecho de escayola. Esa quietud salvó la vida del perro, de su guía y de otros agentes que vigilaban la zona: el artefacto estaba dotado de un sensor de movimiento. Al mínimo impacto, habrían muerto en el acto. La detonación controlada envió metralla a más de 100 metros del lugar. «Si hubiera tocado esa bomba, ahora usted y yo no estaríamos hablando», sentenciaba entonces el sargento.



'Ajax' –que toma el nombre del legendario héroe de la mitología griega– llevaba años trabajando en el grupo de desactivación de explosivos de Presidencia del Gobierno. Él y los de su equipo se encargaban de peinar lugares sospechosos a la caza de bombas, aunque con una diferencia con respecto a otros perros policía. Cuando los animales de detección de drogas o billetes encuentran lo que buscan, siguen su instinto y rascan, muerden y golpean. Los de explosivos, educados contra su propia naturaleza, tienen que dar un paso atrás para no provocar una masacre, lo que supone una tarea añadida de adiestramiento.

Un premio de prestigio

Desde que cumplió el año, comenzó a ejercitar sus habilidades al igual que centenares de animales que pasan por los centros de Guías Caninos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Allí aprenden a localizar explosivos, drogas, personas vivas, cadáveres y hasta billetes de curso legal. «Era un ejemplar muy sociable desde joven». Después se convirtió «en un perro diez», que seguía manteniendo las facultades olfativas intactas pese a su avanzada edad. El día en el que recibió el reconocimiento, mostró ante la prensa y los invitados, que todavía podía cumplir una prueba más de detección sin fallar una sola vez.
Su premio no era pequeño. La People’s Dispensary of Sick Animals (PDSA), con sede en el Reino Unido, es una asociación que reconoce el valor de los perros en el cumplimiento de su deber. Su equivalente ciudadano es la Cruz de San Jorge, que se entrega al mérito y la valentía de las personas. En los últimos años lo han recibido 21 ejemplares, solo dos fuera del Reino Unido. Uno de ellos era el can español. Entre los británicos, el más recordado es George', un jack russel inglés de 14 años, que dio su vida en un combate contra dos pitbull que estaban atacando a los hijos del vecino.
«Todos los perros son especiales, pero él me salvó la vida», admite Juan Carlos Alabarces. Cuando conoció a 'Ajax', el agente tenía 24 años. Había llegado de Antequera (Málaga) a servir como guía canino y le estaba esperando el pastor alemán de su vida. El animal era un loco del juego, una cualidad imprescindible para que los perros puedan adiestrarse en búsquedas. Al contrario de lo que dice la leyenda popular, no buscan drogas porque estén 'enganchados' a ellas, sino porque si la encuentran reciben como premio un rodillo de tela o su pelota. «Ellos lo que quieren es jugar». En ocasiones, en esa búsqueda, 'Ajax' fue demasiado lejos. «Se cayó por varios muros», reía Alabarces. Hace año y medio dejó de ser apto para el servicio. Su hocico siguía estando bien engrasado, pero le comenzaron a fallar los huesos. 'Ajax' tenía que tener una jubilación a su altura. Durante meses estuvo en la casa de su guía. «Él vivía con nosotros o nosotros con él, no sé». Desde hacía un tiempo, estaban juntos solo a ratos, pues su día a día discurría en semilibertad en el Lobo Park de Antequera. «Allí está mejor que en un piso conmigo». Cuando su amo volvía a Málaga, nunca le faltaba una visita. Ya no jugaba tanto, pero hacía lo que fuera por una caricia.

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