Ojo a la noticia que podemos ver hoy en El Diario Montañés. yo la escuché ayer en Onda cero Torrelavega y la verdad que aún no doy crédito. Este hombre debió mezclar medicamentos. para que luego digan de la juventud...
Primero sólo se declaró autor de daños en tres automóviles. Luego de cuatro. Más tarde de algunos más, y finalmente de veinticinco. Pero, por las denuncias presentadas, puede que hayan sido cerca de cuarenta. Nadie sabe por qué. Ni siquiera él. «Un arrebato, me dio un arrebato», fue su única explicación. El caso es que J. M. C., de 68 años, ha ido dejando un reguero de damnificados en Maliaño y Muriedas, no solo propietarios de esos vehículos dañados, sino también de otros enseres a los que el interfecto les dio una mano de spray.
J. M. C. fue detenido el lunes y ayer prestó declaración ante el juez de guardia, que le dejó en libertad aunque imputado por daños y pendiente de nuevas diligencias. Una imputación que pone fin a casi tres meses de un constante goteo de denuncias por parte de vecinos cabreados al ver los desperfectos en sus vehículos.
Y es que de marzo para acá la Policía Local de Camargo y la Guardia Civil venían recibiendo quejas de vecinos por encontrarse rayaduras en la chapa, marcas, pinchazos de ruedas... que se repetían casi a diario y sin un patrón que pudiera dar algo de luz sobre a quién o por dónde buscar. Con el agravante de que la reiteración estaba creando cierta alarma entre el vecindario.
No faltó quienes achacaron a los jóvenes del botellón esos daños, pero ni los lugares ni las horas ni los días en que se producían los estropicios cuadraban como para prestar especial vigilancia a esos grupos. Los agentes que desde semanas atrás patrullaban con el particular propósito de dar con los autores estaban descolocados e iban poco menos que a oscuras. Pero la denuncia de una vecina acabó por encender la luz.
Sin identificación
La llamada a la Policía Local de que «una persona mayor» estaba rayando un coche entre las calles Marqués de Villapuente y Avenida de Bilbao, en pleno centro de Muriedas, dio lugar a una batida hasta que una patrulla dio con una persona que se ajustaba a la descripción cerca del Museo Etnográfico. Aún llevaba en la mano un cristal con restos de pintura, que arrojó al suelo al ver a los agentes, así como un bote de spray en un bolsillo de la cazadora.
No fue fácil identificarle. Iba sin documentación y dio nombres y apellidos ficticios. Al cabo de un tiempo en las oficinas de la Policía Local acabó por detallar su filiación: J. M. C., de 68 años, empadronado en Miranda de Ebro pero con residencia temporal en la vivienda de su propiedad sita en la calle Dos de Mayo.
Confesó ser autor de diversos desperfectos en solo tres vehículos. «¿Por qué? Me dio un arrebato», se justificaba el detenido. Pero ese arranque de furia había alcanzado a un cuarto coche, quizá a algunos más, según iba relatando J. M. C. de forma deslabazada. Y cuando pasó a disposición de la Guardia Civil, el detenido confesó ser autor de arrebatos similares en otros 25 vehículos más, alguno de ellos hasta con las cuatro ruedas pinchadas.
«Tampoco es para tanto. Se paga y punto», decía J. M. C. pretendiendo restar gravedad a sus reiteradas fechorías. Daños que la Policía Local no descarta que alcancen a más de cuarenta vecinos y no solo en vehículos. Existen indicios de que el detenido también pudiera haber pintado con un spray enseres, cristales y otros objetos particulares.
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