Ella
fue una princesa a la que nunca le faltó de nada. Tenía todos los vestidos de
la ultima colección. Y muñecas de porcelana que costaban tanto como un riñón.
Su
familia no era rica y a veces pasaba hambre. Pero no podía permitir que su
princesa, su dulce princesa, pudiera por un rato sucumbir a la tristeza.
Nadie
preparó a aquella princesa para la frustración, pero si para gastar y ser
siempre una belleza.